Instala siempre nuevos amortiguadores por pares

Cuando funciona de forma correcta, la suspensión de un vehículo hace un poco de todo. Promueve el control y el manejo preciso de la dirección. Contribuye a una conducción más estable y cómoda. Reduce la distancia de frenado y protege los neumáticos del vehículo del desgaste anormal. Además, la suspensión ayuda a aumentar la seguridad general al conducir en una amplia variedad de condiciones climáticas y de la carretera.

Cuando no funciona correctamente, incluso cuando los amortiguadores y otros componentes están desgastados o dañados, es posible que la suspensión no pueda aportar estos beneficios tan críticos. Por eso, cada componente de la suspensión debe inspeccionarse cada 20.000 kilómetros o al menos una vez al año y reemplazarse inmediatamente cuando se detecten signos de desgaste.

El beneficio más importante de los amortiguadores es ayudar a mantener las ruedas del vehículo contra la superficie por la que se circula para una mayor tracción y control. A medida que el vehículo encuentra superficies irregulares en la carretera (o fuera de ella), la suspensión se mueve verticalmente para ayudar a mantener la estabilidad, el control y la comodidad de los pasajeros. Mantener esta firmeza entre los neumáticos y la superficie por la que se circula es una parte fundamental de este trabajo porque ayuda a preservar el control de la dirección y los frenos, así como la estabilidad general del vehículo. Para realizar estas funciones de manera eficaz, todos los amortiguadores deben estar en buenas condiciones de funcionamiento.

Siempre que sea necesario reemplazar un amortiguador, su pareja del mismo eje (delantero o trasero) también debe reemplazarse para garantizar que al menos ambos amortiguadores estén en condiciones de funcionamiento equivalentes. Debido a que un amortiguador nuevo aún no ha experimentado ningún desgaste interno, es probable que emparejarlo con una unidad más antigua cree características de amortiguación desiguales en el eje, lo que puede hacer que el nuevo amortiguador se compense en exceso, aumentando el riesgo de daños y desgaste prematuro.

Además, en algunos países, una diferencia notable en el estado de los amortiguadores puede hacer que un vehículo no pase la inspección técnica.
 

Monroe recomienda inspecciones de los amortiguadores cada 20.000 km, y durante todas las citas de mantenimiento de rutina. Los técnicos deben verificar si hay una serie de indicadores comunes que justificarían su sustitución, como las rótulas de dirección y suspensión dañadas, una respuesta deficiente de la dirección, fugas de líquido en el amortiguador o en la columna de suspensión, el desgaste desigual o en diente de sierra de los neumáticos, el rebote excesivo del vehículo y/o la inclinación o balanceo durante los cambios de carril.

Si alguna de estas situaciones es evidente, sustituye tanto el amortiguador dañado como la unidad del vehículo que corresponda.